Blogia
Tiempos finales - Signos anunciadores

Tiempos finales - Signos anunciadores (Cuarta parte)

Tiempos finales – Signos anunciadores 1° parte

Cuarta parte 

El mundo científico habla hoy en día de revoluciones de la Tierra y descubre al público profano dos mensajes impresionantes a través de un número creciente de científicos: uno dice que la última catástrofe de la Tierra tuvo lugar hace unos 10,000 años, y el segundo indica que lo signos de la historia de la Tierra se presentan de nuevo borrascosos. La abundancia de los materiales que en los últimos decenios han reunido geólogos, paleontólogos, meteorólogos, y oceanógrafos, hace suponer que en la Tierra, al final de la última época glaciar, se produjo una catástrofe en cuyo breve transcurso pasaron cosas inimaginables: la costa oeste del continente americano se elevó 2000 metros, mientras que la costa este se hundió 2200 metros por debajo del nivel del mar; un continente insular hasta entonces existente en el Antártico, se hundió entre 2000 y 3000 metros en el mar; el Estrecho de Gibraltar se partió y el agua del atlántico se derramó en una ola enorme en la cuenca llena de vida humana, animal y vegetal que hoy denominamos mar Mediterráneo: todo indica que la narración bíblica del diluvio, al igual que los textos transmitidos en la epopeya de Gilgamesch y en las otras grandes epopeyas de la protohistoria, no representan meros mitos, sino que reflejan acontecimientos reales de la historia de la Tierra en los que la mayor parte de la humanidad de aquel entonces pereció. 

También la leyenda de la Atlántida, viva en los más diversos círculos culturales que llega hasta la narración de platón en el diálogo de Timeo, alcanza perspectivas cada vez más realistas, a la luz de las más recientes investigaciones. Según todo esto, hace unos 10,000 años la humanidad empezó hasta cierto punto desde el principio, con los pocos supervivientes de un cataclismo global, no sólo cuantitativamente, sino también cultural y técnicamente, pues ya tenía una larga historia tras de sí, y las circunstancias anteriores al diluvio no eran ni mucho menos tan “antidiluvianas” como nosotros suponemos con esta expresión. Este nuevo comienzo habría podido ser también un nuevo comienzo espiritual, que transformara la Tierra y la llevara a aguas más navegables, más tranquilas. Grandes mensajeros de Dios en la figura de instructores de la humanidad y profetas encarnaron en la Tierra para conducir hacia Dios a la humanidad que de nuevo se iba poniendo trabajosamente en pie; pero los hombres apenas les hicieron caso. Finalmente vino Jesús de Nazaret. En Él se hallaba encarnado el primer Hijo visualizado de Dios y Corregente de los Cielos.  

Él no vino a morir, sino a llamar a los hombres a cambiar, mediante Su Sermón de la montaña y Su vida ejemplar, y a erigir Su reino de Paz sobre la Tierra, en el cual los hombres se liberasen de las consecuencias de la Caída y el Espíritu de dios volviera a traspasar de nuevo todo lo que originariamente había salido de Él: hombres, animales, plantas, minerales, planetas enteros. 

Se trataba de la “nueva tierra” y del “nuevo cielo”, de los cuales ya había hablado Isaías. Se habría reintroducido la armonía universal y también se habría puesto fin al caos de catástrofes naturales y terráqueas que se van repitiendo. 

Sin embargo, los hombres no escucharon al Hijo de Dios, que quería sacarlos de los enredos en lo satánico, sino que Lo crucificaron. La poderosa acción de salvación de los Cielos amenazaba con fracasar, pero el amor del Hijo de Dios a los hombres era tan grande que desde el Gólgota hizo fluir a ellos Su fuerza redentora. La Redención tomó otro giro: los hombres habían rechazado el dejarse conducir hacia una nueva era por el Príncipe de la Paz que había venido a la Tierra, mientras Él aún vivía; por Su muerte habrían de recibir ahora la posibilidad de liberarse de las garras de los acontecimientos de la Caída con la fuerza del Cristo de Dios.

Continúa...

0 comentarios