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Tiempos finales - Signos anunciadores

Tiempos finales - Signos anunciadores (Primera parte)

Tiempos finales – Signos anunciadores 1° parte 

Primera parte 

Revelaciones del Mundo espiritual transmitidas a través de una profetisa de nuestros tiempos, cuyo nombre es Gabriele, Würzburg – Alemania. 

El 10 de noviembre de 1996 se produjo un suceso memorable: el Creador del Universo se manifestó a través de Su profetisa del tiempo actual. Comenzó con estas palabras: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y Jacob”; y transmitió un mensaje que atravesó el corazón de los que escuchaban. El Creador se hizo a sí mismo “acusador por esta Tierra, por la criatura inocente, por todas las formas de vida, por los animales, plantas y minerales”. 

La conciencia del ser humano no alcanza a captar del todo las dimensiones de este suceso: El Dios todopoderoso toma partido por Su Creación, a través de boca profética. El Creador mismo acusa la falta de piedad con que los seres humanos maltratan a las demás criaturas. Él lo hace de forma tan concreta, que uno quisiera que se lo tragara la tierra:

 «¿Qué hacéis vosotros con los animales?... Mirad en los establos, cómo han de vivir encorralados en un espacio mínimo... Mirad en los diversos vagones... horas y más horas, por tanto, dicho dentro de vuestro tiempo, los animales son transportados de un lugar a otro. Pasan hambre, sufren, perecen... Mirad dentro de vuestros mataderos. ¡Disparo! ¡Descarga eléctrica! ¡Muerte! El cuerpo cortado con cuchillos y objetos afilados. Un animalito tras otro, y los que aún están en pie tienen que ver cómo sus congéneres son degollados y muertos. Miedo de lo que también sangra en ellos, de lo que también les espera: gritan, gimen, se quejan y claman a Dios, que YO SOY, a su Creador, pidiendo liberación» 

Como recordatorio: 250 millones de “animales de matanza” son enviados anualmente en Alemania a sus espantos viajes a la muerte, golpeados en camiones y vagones de tren, teniendo las patas dislocadas son izados con grúas a los barcos y en una tortura de días y noches de duración transportados hasta los mataderos, sin piensos ni agua, con huesos rotos, sangrantes, acorralados en un espacio mínimo. 

Si uno se hace presente que los animales sienten dolor como nosotros, que se comunican con sus congéneres y que a su manera tienen vivencias y sensaciones anímicas, se comprende que vegeten en un infierno de sufrimiento indecible causado por el hombre, que utiliza a las otras criaturas sólo como medio material para satisfacer su “demanda de carne”. 

El Creador acusador planteó en Su manifestación la siguiente pregunta: 

«¿Cómo queréis volveros hijos de Dios? (...) la Tierra clama a Mí, el Creador, pidiendo misericordia, libertad. ¿Qué hacéis vosotros? (...) se colocan explosivos en el interior de la tierra y luego se la hace explotar. 

Explosivos en los mares, ¡y luego se los hace detonar! Mirad más en lo que ocurre: a los animales dentro de la tierra y sobre ella, pero también en el aire, se les corta la cabeza, se les arrancan los brazos; los pulmones revientan, el corazón se descuartiza, todo el cuerpo es descuartizado en pedazos enteros»

Continúa...

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